La siguiente es una reseña de nuestro amigo Alejandro Marín del Blog de los Bolivarianos en México, en donde se refiere a la música y músicos de América Latina y a los sitios que en la actualidad difunden ésta música cómo Folklore y Nueva Canción Latinoamericana, Perrerac y tantos otros que realizan ésta desinteresada labor. Más allá de la mención de los sitios por parte de Alejandro, he de decir que su comentario me parece exacto, preciso, principalmente en estos tiempos en que el desconocimiento y el olvido amenazan con borrar de la razón de las personas su identidad cultural. En este tiempo de "American Idols", "Estafas por un sueño" y "Trova Light" (término certero de Dionisio Cabal), la apreciación de Alejandro resulta magnífica y mueve el piso a los partícipes de ésta cultura musical.
Canciones de la Resistencia Latinoamericana, por Alejandro Marín
En los recientes meses se ha venido consolidando el hábito de dejar a disposición de los internautas interesados el material sonoro de los movimientos populares de resistencia en Latinoamérica. El análisis de la constitución del movimiento latinoamericano de reivindicaciones sociales ha sido expuesto bajo diferentes ópticas del espectro político-ideológico y en diferentes épocas del cambiante mundo contemporáneo. Siempre existe un momento contemporáneo aunque ese momento no siempre es el mismo, de hecho, en estricto, nunca lo es. Pero pocas veces, por no decir ninguna, en todos estos culteranos análisis ha sido considerado el papel del (los, las) cantante(s) latinoamericano desde su trinchera "artística". Ante los sucesos siempre emergentes el papel del cantor, del intérprete, del compositor musical, del autor de letras, ha sido minimizado e irrespetado aún por los mismos compañeros sociales.
El papel del "artista social" debe ser revalorado para poder comprender sus alcances y sus virtudes, la influencia de su proyección artística social y la importancia de esta influencia sobre el movimiento social latinoamericano. Hay que sacarlo del escondite, sí, y bajo ese ímpetu sacarlo tambien del imaginario cultural en tanto complemento cuasicircense, adorno sonoro, ocio evasivo, entretenimiento musical, interludio del activismo, miembro inherte, como se le ha considerado implícitamente. Estos cantantes latinoamericanos han escrito muchas páginas en la historia sociopolítica reciente latinoamericana, cada caso es una arista de los tantos rumbos por los que puede transitar la añorada revolución social. Algunos cambiaron de opinión, otros fueron asesinados, otros fueron callados a punta de tolete y fuego, otros fueron vetados, otros exiliados, otros hicieron escuela, otros fueron postrados como dioses, otros se transformaron de facto en historiadores juglares, otros fueron reflexivos y jamás dejaron de ser críticos, otros simplemente envejecieron con sus recuerdos perdidos en el olvido social, otros ya muertos, se transformaron en héroes nacionales, otros cambiaron la guitarra por el fusil, otros la cambiaron por la corbata y el curul, otros por el dinero. La historia de cada uno es tambien terreno inexplorado, salvo aquellos que transformamos en dioses monocánticos.
La virtud social de sus propuestas musicales es lo que hace que se mantengan en las entrañas y que más de un latinoamericano tenga ahora la necesidad no lucrativa de saldar esa deuda cultural continental. Lo que lograron viene trascendiendo el tiempo que les tocó vivir, que de cierto modo sigue siendo el tiempo que aún nos viste, y que nos deja ver que estas canciones de ser inhertes archivos históricos se reconfiguran en el epíritu colectivo y en el ímpetu individual de modo tal que revitalizan el ánimo como otrora lo hicieran; de modo tal que describen la realidad no observada por los ojos televisivos sino por los sentimientos humanos, fundamentalmente humanos; de modo tal que la canción antes prohibida y vetada por los consorcios políticos subleva de nuevo la conciencia y paulatinamente salta el cerco del actual veto sostenido de los consorcios económicos y de la industria musical contemporánea.
La canción social hoy producida viene con el sesgo del romanticismo mal entendido pero bien inculcado. La moda que hoy se compra se desdice de su historia. Comprar el ícono del Che a la cadena comercial FUROR no propone saber su historia, ni su rabia, ni sus razones, ni sus logros. La muerte cultural de los abuelos cantores, la lobotomía perceptual de los nietos amnésicos y la historia repleta de mentiras nos estabiliza el ánimo social (me refiero al grueso de la población) y no sólo nos predestina a cometer los mismos errores sino que nos condena a seguir en esta esclavitud económica, en esta denigración sociocultural humana bajo la bandera de la paz y de la democracia. ¿tiene algo qué hacer la canción social? ¿tiene derecho a voz y voto?
Sobre la calidad artística de los cantores sociales latinoamericanos se podrá generar un debate que estará perdido si la referencia la ubicamos en las academias de arte contemporáneo. ¿Qué tienen qué decir estas academias sobre las sonoridades discontinuas en tonalidad, desafinadas en su totalidad, desarmonizadas sin premeditación, que realizan los grupos prehispánicos, las percusiones africanas, la música indú, árabe, y otras tantas? ¿La sonoridad popular átona es incorrecta? ¿quién establece los cánones? ¿Efectivamente lo sabemos o es algo que se suma al costal de la amnesia fingida? ¿El término "calidad" será un concepto economicista? ¿Cuál es su sinónimo en las lenguas indígenas? ¿Su visión muy otra del mismo mundo les permitió desarrollar un concepto tan obseno como ese?
Si replanteamos la intensión del enunciado que inicia el anterior párrafo, si lo redirigimos hacia nosotros y nos salimos del falso debate sobre la calidad artística podríamos enunciar entonces lo siguiente... Sobre la virtud artística de los cantores latinoamericanos se podrá generar un debate que nutrirá mucho los nuevos cánones estéticos nacidos de la raíz latinoamericana.
La percepción estética del pueblo latinoamericano educado por los medios masivos de comunicación, la necedad de sólo escuchar sonoridades tonalmente correctas, es decir, afinadas y armonizadas nos conduce a valorar sobremanera a varios de los exponentes de la música social latinoamericana. Por ello llamados musicalmente brillantes. Ello, aún sin considerar la poética de las letras cantadas y la belleza de lo ahi descrito. Sin duda lo son, pero no desvirtuemos a los demás.
Otra de las esquinas rotas de la canción latinoamericana de reivindicación social describe y nos cuenta cómo aquellas personas que se atrevían a escuchar estos materiales ponían en riesgo su propia vida. Estos materiales, en su mayoría fueron estipulados como prohibidos y escucharlos ameritaba una ejemplar sanción por parte de los gobiernos dictatoriales latinoamericanos. Muchos de estos materiales han sido recuperados por personas que pusieron en peligro sus propias vidas con tal de no perder esta memoria histórica y sonora de nuestros pueblos.
En horabuena aquellos que ahora decidieron formar parte de esa vereda cultural y que ponen a disposición de las nuevas generaciones este material maldito y políticamente incorrecto. Por el momento hasta aquí dejaremos el choro y que disfruten, aprendan, se sorprendan, reflexionen, piensen, recuerden, construyan, propongan, critiquen, escuchando y sintiendo estos susurros latinoamericanos, estos respiros populares, estos gritos de resistencia, estas notas musicales vitales, estos acordes sociales.
El papel del "artista social" debe ser revalorado para poder comprender sus alcances y sus virtudes, la influencia de su proyección artística social y la importancia de esta influencia sobre el movimiento social latinoamericano. Hay que sacarlo del escondite, sí, y bajo ese ímpetu sacarlo tambien del imaginario cultural en tanto complemento cuasicircense, adorno sonoro, ocio evasivo, entretenimiento musical, interludio del activismo, miembro inherte, como se le ha considerado implícitamente. Estos cantantes latinoamericanos han escrito muchas páginas en la historia sociopolítica reciente latinoamericana, cada caso es una arista de los tantos rumbos por los que puede transitar la añorada revolución social. Algunos cambiaron de opinión, otros fueron asesinados, otros fueron callados a punta de tolete y fuego, otros fueron vetados, otros exiliados, otros hicieron escuela, otros fueron postrados como dioses, otros se transformaron de facto en historiadores juglares, otros fueron reflexivos y jamás dejaron de ser críticos, otros simplemente envejecieron con sus recuerdos perdidos en el olvido social, otros ya muertos, se transformaron en héroes nacionales, otros cambiaron la guitarra por el fusil, otros la cambiaron por la corbata y el curul, otros por el dinero. La historia de cada uno es tambien terreno inexplorado, salvo aquellos que transformamos en dioses monocánticos.
La virtud social de sus propuestas musicales es lo que hace que se mantengan en las entrañas y que más de un latinoamericano tenga ahora la necesidad no lucrativa de saldar esa deuda cultural continental. Lo que lograron viene trascendiendo el tiempo que les tocó vivir, que de cierto modo sigue siendo el tiempo que aún nos viste, y que nos deja ver que estas canciones de ser inhertes archivos históricos se reconfiguran en el epíritu colectivo y en el ímpetu individual de modo tal que revitalizan el ánimo como otrora lo hicieran; de modo tal que describen la realidad no observada por los ojos televisivos sino por los sentimientos humanos, fundamentalmente humanos; de modo tal que la canción antes prohibida y vetada por los consorcios políticos subleva de nuevo la conciencia y paulatinamente salta el cerco del actual veto sostenido de los consorcios económicos y de la industria musical contemporánea.
La canción social hoy producida viene con el sesgo del romanticismo mal entendido pero bien inculcado. La moda que hoy se compra se desdice de su historia. Comprar el ícono del Che a la cadena comercial FUROR no propone saber su historia, ni su rabia, ni sus razones, ni sus logros. La muerte cultural de los abuelos cantores, la lobotomía perceptual de los nietos amnésicos y la historia repleta de mentiras nos estabiliza el ánimo social (me refiero al grueso de la población) y no sólo nos predestina a cometer los mismos errores sino que nos condena a seguir en esta esclavitud económica, en esta denigración sociocultural humana bajo la bandera de la paz y de la democracia. ¿tiene algo qué hacer la canción social? ¿tiene derecho a voz y voto?
Sobre la calidad artística de los cantores sociales latinoamericanos se podrá generar un debate que estará perdido si la referencia la ubicamos en las academias de arte contemporáneo. ¿Qué tienen qué decir estas academias sobre las sonoridades discontinuas en tonalidad, desafinadas en su totalidad, desarmonizadas sin premeditación, que realizan los grupos prehispánicos, las percusiones africanas, la música indú, árabe, y otras tantas? ¿La sonoridad popular átona es incorrecta? ¿quién establece los cánones? ¿Efectivamente lo sabemos o es algo que se suma al costal de la amnesia fingida? ¿El término "calidad" será un concepto economicista? ¿Cuál es su sinónimo en las lenguas indígenas? ¿Su visión muy otra del mismo mundo les permitió desarrollar un concepto tan obseno como ese?
Si replanteamos la intensión del enunciado que inicia el anterior párrafo, si lo redirigimos hacia nosotros y nos salimos del falso debate sobre la calidad artística podríamos enunciar entonces lo siguiente... Sobre la virtud artística de los cantores latinoamericanos se podrá generar un debate que nutrirá mucho los nuevos cánones estéticos nacidos de la raíz latinoamericana.
La percepción estética del pueblo latinoamericano educado por los medios masivos de comunicación, la necedad de sólo escuchar sonoridades tonalmente correctas, es decir, afinadas y armonizadas nos conduce a valorar sobremanera a varios de los exponentes de la música social latinoamericana. Por ello llamados musicalmente brillantes. Ello, aún sin considerar la poética de las letras cantadas y la belleza de lo ahi descrito. Sin duda lo son, pero no desvirtuemos a los demás.
Otra de las esquinas rotas de la canción latinoamericana de reivindicación social describe y nos cuenta cómo aquellas personas que se atrevían a escuchar estos materiales ponían en riesgo su propia vida. Estos materiales, en su mayoría fueron estipulados como prohibidos y escucharlos ameritaba una ejemplar sanción por parte de los gobiernos dictatoriales latinoamericanos. Muchos de estos materiales han sido recuperados por personas que pusieron en peligro sus propias vidas con tal de no perder esta memoria histórica y sonora de nuestros pueblos.
En horabuena aquellos que ahora decidieron formar parte de esa vereda cultural y que ponen a disposición de las nuevas generaciones este material maldito y políticamente incorrecto. Por el momento hasta aquí dejaremos el choro y que disfruten, aprendan, se sorprendan, reflexionen, piensen, recuerden, construyan, propongan, critiquen, escuchando y sintiendo estos susurros latinoamericanos, estos respiros populares, estos gritos de resistencia, estas notas musicales vitales, estos acordes sociales.
2 comentarios:
Falo de Brasil e venho parabenizar a tod@s pelo blogger. Gostaria de saber ainda se sabem onde posso baixar os cd's que vocês publicam aqui. Att, Ana
muy buen blogger
me gusto mucho
Publicar un comentario